Cuando se lo dijeron a Maryam, el ángel Gabriel (Jibril) también le había advertido del embarazo de su prima, la esposa de Zacarías, Isabel - esto está en el evangelio. Por ello, Maryam se sintió obligada a visitar a su primo. El Corán no relata este episodio como tal, del que muchas mujeres se alegran, pero que a los hombres les cuesta imaginar. Sólo se alude a ella de pasada: “Oh Yahya (Juan, hijo de Isabel), mantén la Escritura con fuerza y le dimos la iluminación en su infancia” (s. 19:12).
Imagina el encuentro entre Maryam y Elizabeth. Ambas majestuosas con sus amplios ropajes, ambas felices de ser mujeres y madres. Dos figuras ejemplares para la generación actual.
“Y sucedió que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo. Entonces gritó con fuerza y dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (Lc 1,41-42).
Estas dos bendiciones se repiten una y otra vez en la oración del Ave María: "Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo (palabras del ángel); bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús (palabras de su prima Isabel).
E Isabel continúa: “¿Y cómo es que la madre de mi Señor ha venido a mí? Porque ya ves, desde el momento en que tu saludo llegó a mis oídos, el niño en mi vientre saltó de alegría. Sí, ¡bienaventurada la que creyó en el cumplimiento de lo que le fue dicho por el Señor!” (Lc 1:43-45)
Qué hermosa es esta visita de Maryam a Isabel! Todo es luz y alegría. El pequeño Juan (Yahya) está santificado por ello; ya tiene un mandato en su misión de profeta. Se estremece de alegría y la esposa de Zachariya reconoce la presencia de Al Masih.
Maryam se queda con su prima mayor para ayudarla hasta el nacimiento del pequeño Juan (Yahya). Ella es un maravilloso ejemplo para nosotros: su fe se concreta en un acto de caridad; sus palabras "soy la sierva del Señor" se concretan en "me pongo al servicio de los demás". Y todos en la casa apreciaban su practicidad, su delicada manera de anticiparse a todas las necesidades sin imponerse, contagiando paz y alegría.
Si Maryam entra en nuestras vidas, ¿no sentiremos algo parecido a Isabel? ¿Algo que nos hable de la presencia del "Señor"?